La era “IA Primero” y el colapso silencioso de los países sin red de contención: ¿Está Argentina preparada?

fin del trabajo, crisis laborales

La revolución de la inteligencia artificial avanza con una velocidad demoledora, impulsada por gigantes tecnológicos que están redefiniendo el mundo laboral. Compañías como Duolingo y Shopify han dado un paso drástico al adoptar estrategias “AI-First”, en las que la automatización no es un complemento sino el punto de partida de toda lógica productiva. En esta nueva era, cualquier tarea que pueda ser realizada por IA será ejecutada por máquinas, y toda contratación humana deberá ser justificada como indispensable.

Este cambio de paradigma, si bien optimiza costos y eficiencia en mercados desarrollados, tiene implicancias devastadoras para países con estructuras estatales débiles o empobrecidas. Argentina, con un Estado sobrecargado, sin recursos tecnológicos significativos y sin un plan nacional integral para reconvertir su fuerza laboral, se encuentra particularmente expuesta a los efectos más duros de esta transición.


Del “digital-first” al “AI-first”: un salto estructural

El concepto “AI-First”, explicado recientemente por WIRED y adoptado por referentes como el CEO de Duolingo, Luis von Ahn, va más allá de simplemente incorporar herramientas como ChatGPT o Gemini en los flujos de trabajo. Implica reorganizar completamente la lógica empresarial, colocando a la inteligencia artificial como protagonista de cada decisión operativa.

La premisa es simple y brutal: si la IA puede hacerlo, ningún humano será contratado para esa tarea. A su vez, el uso eficiente de IA se convierte en un criterio de evaluación para el personal. En otras palabras, saber trabajar con inteligencia artificial ya no es una ventaja competitiva, sino un requisito de supervivencia profesional.


¿Qué significa esto para Argentina?

En economías desarrolladas, esta transformación irá acompañada —aunque con tensiones— de políticas de reconversión laboral, subsidios temporales, inversión en educación tecnológica y redes de protección social digital. Pero en países como Argentina, esta transición llega en un contexto completamente distinto:

  • Un Estado frágil y sobreendeudado, incapaz de desplegar planes de reentrenamiento masivos.
  • Un sistema educativo desactualizado, que aún no forma en habilidades del siglo XXI como programación, pensamiento algorítmico o ética digital.
  • Un mercado laboral informal que ocupa a más del 40% de la población activa, y que será aún más vulnerable ante la automatización.

La “AI-First economy” no solo desplaza trabajos, sino que los redefine. Los empleos repetitivos, administrativos, logísticos, e incluso muchos creativos —como traductores, redactores o diseñadores— están en la mira de la automatización. En una nación con un tejido productivo ya deteriorado, esto puede implicar un colapso en la generación de empleo digno.


¿Quién protege a los que quedan afuera?

Duolingo y Shopify representan solo la punta del iceberg. Pronto, empresas en sectores como el bancario, el retail, la atención al cliente y la educación comenzarán a replicar el modelo. Pero mientras estas empresas redefinen el futuro, ¿quién se ocupa del presente?

Argentina no cuenta con mecanismos institucionales sólidos para enfrentar este tsunami. No hay políticas públicas activas que preparen a la población para reconvertirse. No hay inversión sistemática en inteligencia artificial local. Y lo más preocupante: no hay debate político profundo sobre el rol del Estado en esta nueva economía.

En el país, la palabra “automatización” aún está ausente del discurso nacional. Mientras tanto, las oportunidades se concentran en una élite digital que accede a formación privada y empleos globales, mientras el resto corre el riesgo de quedar marginado en una economía que ya no los necesita.


El futuro ya llegó (y no espera)

Lo que estamos presenciando no es una evolución paulatina, sino una disrupción radical. La “IA Primero” no es un eslogan, es una estrategia empresarial que ya se está aplicando. Para países como Argentina, esto no puede abordarse con parches ni con slogans de campaña. Se necesita un Estado presente, moderno y con capacidad de acción rápida.

El verdadero desafío no es que la inteligencia artificial reemplace personas. Eso ya está ocurriendo. El desafío es construir un modelo donde la IA libere tiempo humano para tareas más complejas, creativas y humanas. Pero eso solo será posible con políticas activas de inclusión tecnológica, educación masiva, y planificación a largo plazo.

Si no se toman decisiones ahora, lo que vendrá no será una revolución, sino una regresión. La IA puede ser la gran herramienta de nuestro tiempo, pero sin un Estado que la gestione con justicia social, será simplemente una guillotina invisible para millones.


La era “AI-First” ya está en marcha. La pregunta es si los países como Argentina se preparan para liderarla o si quedarán atrapados en la periferia digital, viendo cómo el mundo avanza sin ellos. El reloj ya empezó a correr.

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