El costo invisible del “silent quitting” en las empresas tecnológicas argentinas

Durante años, las empresas de tecnología en Argentina se mostraron como un modelo de modernidad: oficinas flexibles, equipos jóvenes, cultura “ágil” y beneficios que parecían garantizar el bienestar de los empleados. Sin embargo, detrás de ese relato empieza a crecer un fenómeno que amenaza el corazón de la productividad y la innovación: el silent quitting.

No se trata de empleados que renuncian formalmente, sino de aquellos que se desconectan emocionalmente del trabajo, reducen su compromiso al mínimo indispensable y dejan de aportar ideas, iniciativa o creatividad. En otras palabras, siguen presentes físicamente, pero ya no están mentalmente.

De la pasión a la desconexión

En la industria tecnológica, donde el talento es el principal activo, el compromiso emocional es clave. Los desarrolladores, diseñadores, testers o analistas no producen “por hora”, sino por motivación y sentido de pertenencia.
Cuando la empresa deja de ofrecer propósito, reconocimiento o crecimiento real, se activa un mecanismo psicológico de defensa: el desapego laboral.

El empleado no protesta, pero se apaga. Cumple con lo justo, evita conflictos, no se involucra. Desde afuera parece “tranquilo”; desde adentro, está renunciando lentamente.

Causas específicas en el sector tecnológico argentino

El “silent quitting” tiene causas universales, pero en Argentina se agrava por tres factores estructurales:

  1. Desgaste emocional y sobreexigencia
    En el contexto post-pandemia, muchas empresas tecnológicas mantuvieron ritmos de entrega imposibles y objetivos difusos. La cultura de “siempre conectado” erosionó los límites personales, generando agotamiento y frustración.
  2. Inestabilidad económica y falta de proyección
    Con salarios que pierden contra la inflación y oportunidades internacionales mucho más atractivas, muchos empleados optan por no irse, pero tampoco entregarse. Es una forma de resistencia pasiva frente a la falta de futuro claro.
  3. Cultura corporativa incoherente
    Algunas empresas siguen comunicando valores de innovación, diversidad y bienestar, pero puertas adentro imperan el control, el favoritismo y la falta de transparencia. Esa incoherencia genera cinismo organizacional, un sentimiento colectivo de desconfianza hacia el discurso corporativo.

Las señales del “silent quitting”

El fenómeno no se detecta con métricas tradicionales, pero deja rastros claros:

  • Menor participación en reuniones o proyectos colaborativos.
  • Aumento del presentismo pasivo (estar sin aportar).
  • Menor velocidad de respuesta ante problemas o bugs.
  • Desaparición de la curiosidad y la iniciativa.
  • Comunicación mínima, fría o distante.

El problema es que los líderes suelen interpretar esto como “falta de compromiso individual”, cuando en realidad es una respuesta sistémica a la desmotivación estructural.

Cómo impacta en los clientes

En el sector tecnológico, el estado emocional de los equipos se refleja directamente en la experiencia del cliente.

  • Un desarrollador desmotivado entrega un producto que funciona, pero no innova.
  • Un project manager desconectado deja pasar alertas que antes habría anticipado.
  • Un equipo emocionalmente agotado pierde sensibilidad hacia las necesidades del usuario.

El resultado es un servicio más lento, menos empático y con menor capacidad de personalización. El cliente lo percibe en forma de respuestas tardías, errores recurrentes o falta de proactividad, lo que afecta la confianza y la fidelidad hacia la marca.

En los casos más graves, la desmotivación colectiva se traduce en pérdida de contratos o cuentas clave, algo que varias firmas argentinas de software y servicios IT han comenzado a experimentar en silencio.

Un síntoma de crisis cultural

El “silent quitting” no es una moda generacional ni una rebelión de millennials: es un síntoma de una crisis cultural profunda.
Ocurre cuando las empresas confunden bienestar con beneficios superficiales, cultura con marketing, y liderazgo con control.

Cuando el empleado deja de sentir que su aporte tiene valor, la organización empieza a vaciarse desde adentro. No se nota de un día para otro, pero el deterioro es constante.

El camino inverso: del silencio al compromiso

Revertir este fenómeno requiere liderazgo consciente y una revisión seria del modelo de gestión:

  • Escuchar activamente a los equipos, más allá de encuestas anónimas.
  • Redefinir los objetivos en función de propósito y no solo de KPIs.
  • Reconocer el esfuerzo real, no solo los resultados visibles.
  • Promover culturas horizontales donde la voz técnica tenga peso.

En la industria tecnológica, la motivación es el código que sostiene todo el sistema. Cuando se rompe esa conexión, ni el mejor software puede salvar a la empresa.

El “silent quitting” es la nueva forma de crisis laboral del siglo XXI: no hace ruido, no genera titulares, pero erosiona la innovación y la confianza.
En las empresas tecnológicas argentinas, su costo ya no es invisible: se mide en talento perdido y en clientes que, poco a poco, dejan de creer.

Secured By miniOrange