¿Abrigo o abuso? Marca Patagonia y el dilema del precio justo en Argentina

Una campera icónica cuesta el doble en Argentina, pero los impuestos no explican todo. ¿Qué hay detrás del sobreprecio de la ropa outdoor?

Cuando los consumidores argentinos ingresan al sitio oficial de Patagonia, la conocida marca de ropa outdoor, una comparación rápida con su versión estadounidense puede resultar desconcertante. El mismo producto —por ejemplo, una campera Torrentshell 3L Jacket— cuesta $179 dólares en EE.UU. mientras que en Argentina su valor asciende a más de $270 dólares al cambio oficial, o incluso más si se considera el tipo de cambio informal.

campera nieve Patagonia en USA

La diferencia es demasiado abultada para explicarla únicamente por los impuestos. Argentina es, sí, un país con una elevada carga impositiva sobre importaciones, pero expertos coinciden en que los aranceles rondan el 50-80% del precio base, no el 190% o más que implicaría esta comparación.

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¿Quién se queda con la diferencia?

Desde la empresa, como muchas otras marcas globales, la explicación suele ser una fórmula repetida: impuestos de importación, costos logísticos y tipo de cambio. Sin embargo, un análisis más detallado muestra que estos factores, si bien relevantes, no justifican por completo la brecha.

«Los impuestos en Argentina son altos, pero no duplican ni triplican el precio de venta. Lo que vemos muchas veces es una estructura de precios pensada para capturar un mercado cautivo, con márgenes muy superiores a los de países centrales», explica Florencia Bianchi, economista especializada en consumo y comercio internacional.

De hecho, el precio en Argentina excede incluso lo que costaría importar una campera Torrentshell como particular, pagando todos los impuestos oficiales. En varios casos, el consumidor argentino puede conseguir el mismo producto en menor precio encargándolo por courier internacional, incluyendo tasas e impuestos.

El dilema ético de las marcas conscientes

La polémica es especialmente sensible en el caso de Patagonia, una marca que ha construido su identidad sobre la base de la sustentabilidad, el comercio justo y la conciencia social. En 2022, su fundador Yvon Chouinard sorprendió al mundo al ceder el 100% de las ganancias futuras a un fondo ambiental. Pero ese gesto filantrópico parece contrastar con la política de precios en mercados como el argentino, donde el acceso a productos ecológicos de calidad se convierte en un lujo.

“Es contradictorio que una marca con valores progresistas aplique políticas de precios que terminan excluyendo a gran parte de los consumidores en el sur global”, comenta Camila Perotti, activista por el consumo responsable. “La sustentabilidad no debería ser solo para ricos”.

El poder de decidir con la billetera

Para muchos consumidores, esta realidad plantea un dilema: ¿vale la pena pagar un sobreprecio por un producto alineado con nuestros valores si esos mismos valores se diluyen al llegar a nuestra región? En un país donde el salario promedio ronda los $400 dólares mensuales, pagar más de $500 por una campera no parece precisamente justo.

Quizás sea momento de que marcas como Patagonia —y otras que operan bajo un halo de responsabilidad social— revisen no solo sus cadenas de suministro, sino también sus estructuras de precios. Porque si la ética no se refleja también en los costos para el consumidor, queda la sospecha de que se trata más de marketing que de verdadera convicción.

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