Informe Especial: El Sabor del Ajuste – Cómo se Deteriora la Calidad de los Alimentos en Argentina

Cómo se Deteriora la Calidad de los Alimentos en Argentina
En las góndolas argentinas, una transformación silenciosa está ocurriendo. A simple vista, los productos parecen los mismos de siempre: el mismo envase, los mismos nombres tradicionales, las mismas marcas de confianza. Sin embargo, lo que hoy llega a la mesa de los argentinos ya no tiene la misma calidad, ni el mismo peso, ni –en muchos casos– los mismos ingredientes. El deterioro en la calidad de los alimentos en Argentina no es una percepción aislada: es una tendencia cada vez más evidente, sostenida por prácticas empresariales orientadas a abaratar costos, en un contexto económico complejo y con escasa regulación efectiva.
🔍 Empresas que Recortan Calidad para Sostener Márgenes
La primera señal de alerta surge en los procesos de elaboración. Ante la presión inflacionaria, la suba de costos y la caída del poder adquisitivo, muchas empresas optan por reformular sus productos para reducir gastos: se reemplazan ingredientes nobles por aditivos más baratos, se diluyen materias primas y se usan conservantes, espesantes y saborizantes artificiales en lugar de ingredientes reales.
Por ejemplo, galletitas tradicionales como Pepitos, que antaño contenían trozos de chocolate, hoy contienen principalmente colorantes y saborizantes. El chocolate, como ingrediente real, ha sido reducido al mínimo o directamente eliminado.
🧪 Más Derivados, Menos Ingredientes Reales
El caso de La Serenísima, la principal empresa láctea del país, ilustra bien esta tendencia. Aunque la marca ofrece una amplia gama de productos lácteos, la crítica de muchos nutricionistas y consumidores apunta a una alarmante pérdida de contenido real de leche. Se multiplican los postres, yogures y “leches saborizadas” donde la leche como tal representa una proporción cada vez menor del producto final. En su lugar se utilizan emulsionantes, espesantes y aromatizantes para dar la ilusión de cremosidad o sabor, sin el costo de usar más materia prima.
📉 La Reducción Silenciosa: Menos por Más
No solo baja la calidad, también baja la cantidad. Muchos productos mantienen el mismo envase o diseño, pero con gramajes reducidos. En apenas unos años, paquetes de galletitas, snacks, cereales y chocolates han pasado de contener 200 gramos a 170, luego a 150 y, en algunos casos, hasta 120 gramos, sin que esto se vea reflejado proporcionalmente en el precio. Es lo que los economistas llaman “reduflación”: pagar lo mismo o más, por menos.
☕ Mercados Monopolizados y sin Alternativas
Otro factor determinante es la alta concentración del mercado alimenticio, que limita la competencia y reduce la posibilidad de que aparezcan marcas con propuestas de mayor calidad. En el rubro del café, por ejemplo, Argentina es uno de los pocos países donde el consumo está prácticamente restringido al café torrado (mezclado con azúcar caramelizado), un producto cuestionado por su potencial riesgo cancerígeno si se consume en exceso. Solo tres marcas dominan el mercado, y todas ellas pertenecen a un mismo importador, lo que impide la aparición de alternativas más saludables, como el café natural o de especialidad.
🍵 La Yerba Mate: Entre el Polvo y la Decepción
La yerba mate, símbolo nacional por excelencia, también sufre un proceso de degradación. En muchas marcas populares, hasta el 25% del contenido es polvo, lo que no solo afecta el sabor y la durabilidad del producto, sino que compromete su función principal: la infusión pierde fuerza, se lava más rápido, y el consumidor debe usar más cantidad para obtener el mismo efecto.
🚨 ¿Quién Controla la Calidad?
En este contexto, el rol del Estado como ente regulador y garante de la calidad alimentaria aparece desdibujado. El monitoreo de la ANMAT y otras entidades ha sido limitado, y los consumidores no siempre tienen herramientas claras para identificar la verdadera composición de los productos. En muchos casos, los cambios se producen sin previo aviso, y solo una lectura atenta del listado de ingredientes permite notar el reemplazo de materia prima por aditivos.
📢 Conclusión: Comer Bien se Vuelve un Lujo
En la Argentina actual, comer con calidad se ha vuelto un privilegio. La clase media y los sectores populares deben elegir entre pagar precios altos por marcas supuestamente confiables, o resignarse a productos de baja calidad, ultraprocesados y con escaso valor nutricional. Y muchas veces, ni siquiera existe una verdadera opción: los monopolios y la falta de diversidad de marcas condicionan el consumo.
En un país históricamente productor de alimentos, la paradoja es dolorosa: los argentinos comen cada vez peor, en cantidad y en calidad. Lo que antes era un gusto cotidiano, hoy es una ilusión envasada con sabor artificial.