Informe Especial: La gran desmotivación global — la era de la Inteligencia Artificial y el futuro incierto del trabajo humano

Por primera vez en la historia moderna, el mundo laboral enfrenta una crisis silenciosa pero profunda: la desmotivación masiva de los empleados. Estudios recientes de universidades como Harvard, Stanford y la London School of Economics revelan que los niveles de compromiso, propósito y satisfacción en el trabajo han caído a su punto más bajo en décadas, impulsados por un fenómeno tan disruptivo como inevitable: la irrupción de la Inteligencia Artificial (IA).
Una fuerza laboral desconectada y temerosa
Lo que comenzó como una herramienta para mejorar la eficiencia y automatizar tareas se ha transformado, para millones de trabajadores, en una amenaza existencial. La IA no solo reemplaza tareas rutinarias: ahora compite directamente con el intelecto humano en áreas como la programación, el diseño, la redacción, la atención al cliente e incluso la gestión de proyectos.
Según un estudio global del Instituto Gallup 2025, el 62% de los empleados afirma sentirse “menos motivado y con menor sentido de propósito” que hace cinco años. A su vez, el 47% teme perder su empleo en los próximos tres años debido a la automatización o la reestructuración tecnológica.
La investigación también revela un dato alarmante: el índice de satisfacción laboral global se encuentra en su nivel más bajo desde que existen registros, superando incluso los momentos críticos posteriores a la crisis financiera de 2008.
Un futuro laboral cada vez más incierto
El mercado laboral se encuentra en plena metamorfosis. La IA generativa y los sistemas automatizados están redefiniendo y rompiendo el valor del trabajo humano, desplazando millones de puestos en industrias como la banca, los medios de comunicación, la educación, el retail y la administración pública.
Las empresas, por su parte, parecen ciegas ante el impacto emocional que esta transformación está generando en su capital humano. En la carrera por reducir costos y aumentar la productividad, han descuidado la dimensión humana del trabajo, desarticulando los lazos de pertenencia y propósito que mantenían unida a la fuerza laboral.
El profesor Richard Sennett, sociólogo laboral de la London School of Economics, advierte:
“Estamos ante una ruptura moral en el mundo del trabajo. Las personas ya no sienten que su esfuerzo importe, porque ven que las máquinas lo hacen más rápido y sin errores. La identidad laboral está en crisis.”
El peligro de una catástrofe social silenciosa
Esta desmotivación colectiva no solo amenaza la productividad, sino que plantea un riesgo social profundo. Expertos en psicología organizacional señalan un aumento sostenido en los cuadros de estrés, ansiedad y pérdida de autoestima vinculados al miedo a la obsolescencia profesional.
De mantenerse la tendencia, los próximos años podrían ver un deterioro del clima laboral global, con mayor rotación, ausentismo y conflictos entre empleados y corporaciones. El resultado sería un entorno hostil donde la eficiencia tecnológica no compense el colapso del compromiso humano.
Las empresas deben reaccionar
Los especialistas coinciden en que el desafío no está en frenar el avance tecnológico, sino en redefinir la relación entre humanos y máquinas. Para evitar una crisis estructural, las compañías deberán invertir en programas de reentrenamiento, salud mental, propósito corporativo y cultura organizacional, entendiendo que la innovación solo prospera si las personas se sienten parte de ella.
“La IA no destruye el trabajo; destruye la manera en que entendíamos el trabajo. Y si las empresas no reconstruyen ese sentido, perderán no solo empleados, sino su razón de existir”, resume la psicóloga laboral Carla Mendoza, de la Universidad de Buenos Aires.
El mundo laboral enfrenta un punto de inflexión histórico. Mientras la Inteligencia Artificial avanza a un ritmo vertiginoso, el ser humano parece perder el eje emocional y simbólico del trabajo. Si las organizaciones no reaccionan a tiempo, el futuro no será solo automatizado, sino profundamente deshumanizado.
La pregunta ya no es si la IA puede hacer el trabajo mejor, sino si las personas seguirán encontrando un motivo para hacerlo.
