Kicillof y el Comunismo en Pcia de Buenos aires. El impacto de la retención de Ingresos Brutos en la economía popular: más control y mas presión tributaria

La reciente decisión del gobernador Axel Kicillof de intensificar la aplicación de retenciones de Ingresos Brutos en la provincia de Buenos Aires abre un debate profundo sobre sus consecuencias en la economía cotidiana de los bonaerenses. Si bien el argumento oficial se sostiene en la necesidad de aumentar la recaudación y garantizar la equidad fiscal, en la práctica esta medida amenaza con generar efectos adversos tanto para los contribuyentes como para el tejido productivo.

La retención como recaudación anticipada

El esquema de retención de Ingresos Brutos funciona como un mecanismo de recaudación anticipada: a través de bancos, tarjetas y plataformas de pago se descuenta un porcentaje de cada transacción que luego se imputa a cuenta del impuesto. El problema central es que muchos contribuyentes —en especial profesionales independientes, pymes y comercios— terminan sufriendo una carga fiscal mayor a la que realmente les corresponde, ya que el sistema no distingue entre ingresos brutos reales y flujos transitorios de dinero.

Esto genera un descalce entre la obligación tributaria y la capacidad de pago, provocando tensiones de liquidez que impactan en la caja diaria de quienes dependen de ese flujo inmediato para sostener salarios, alquileres o insumos.

El efecto sobre la economía de la gente

Para el ciudadano común, el aumento de estas retenciones se traduce en un encarecimiento indirecto de bienes y servicios. Los comercios y proveedores, ante la presión tributaria, trasladan los mayores costos al consumidor final. En consecuencia, la medida erosiona el poder adquisitivo de los bonaerenses, en un contexto ya marcado por la inflación y la pérdida de ingresos reales.

A su vez, los asalariados que operan en la economía digital —por ejemplo, aquellos que realizan ventas online o reciben pagos electrónicos por trabajos independientes— se ven alcanzados por descuentos automáticos que muchas veces no se condicen con su situación fiscal. Esto genera malestar, desconfianza y una sensación de persecución impositiva.

El incentivo al uso del efectivo

Paradójicamente, la política que busca transparentar y controlar los flujos de dinero podría terminar impulsando un fenómeno opuesto: la vuelta al efectivo. Frente a las retenciones automáticas y la imposibilidad de recuperar saldos a favor con agilidad, muchos contribuyentes optarán por volver a transacciones en billetes, fuera del radar del fisco.

Esto no solo erosiona la base impositiva en el mediano plazo, sino que también debilita la digitalización de la economía, retrocediendo en los avances alcanzados durante los últimos años en materia de bancarización y modernización financiera.

Una medida recaudatoria de corto plazo

La aplicación de retenciones de Ingresos Brutos puede dar oxígeno inmediato a las arcas provinciales, pero lo hace a costa de estrangular la economía real. En lugar de fomentar la inversión y el consumo, ahoga la liquidez de familias y pymes, y estimula prácticas informales que terminan socavando la sustentabilidad fiscal.

En definitiva, lo que se presenta como un instrumento de justicia tributaria puede convertirse en un boomerang económico y social, debilitando el vínculo entre el Estado y los contribuyentes. Para que la provincia logre una recaudación sostenible, se necesitan políticas que amplíen la base imponible mediante el crecimiento económico, no medidas que expulsen a más actores hacia la informalidad.

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