La desaceleración económica de España bajo el gobierno de Sánchez amenaza con impactar en toda Europa
Madrid, Octubre de 2025. — La economía española muestra claros signos de enfriamiento. Según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el Producto Interior Bruto (PIB) creció apenas un 0,6% entre julio y septiembre, dos décimas menos que en el trimestre anterior. Este dato confirma una tendencia de desaceleración sostenida que, de prolongarse, podría tener repercusiones significativas no solo dentro del país, sino también en el conjunto de la eurozona.
El crecimiento interanual del 2,8%, inferior al 3% registrado en el segundo trimestre, refleja un deterioro progresivo respecto a los años de recuperación pospandemia, cuando el PIB llegó a superar el 7% en 2022. Desde entonces, la economía ha ido perdiendo dinamismo, lastrada por un descenso en la demanda interna y un menor aporte del sector exterior.
Factores internos: consumo y vivienda bajo presión
El consumo de los hogares, que había sido uno de los pilares de la recuperación, muestra síntomas de agotamiento. Su aumento intertrimestral se mantiene en un modesto 1,2%, y el interanual en 3,3%, lo que sugiere un estancamiento del poder adquisitivo. El gasto público, por su parte, creció apenas un 1,1% trimestral y 1,3% anual, marcando un retroceso respecto al trimestre anterior.
El encarecimiento del crédito, impulsado por la subida del euríbor, ha elevado las cuotas hipotecarias tanto en préstamos variables como fijos, restringiendo la capacidad de consumo y frenando el mercado inmobiliario. A esto se suma un fenómeno alarmante: los portales de vivienda inflan los precios de los anuncios hasta un 44% por encima del valor real de escritura notarial, creando una distorsión en la percepción del mercado y dificultando el acceso a la vivienda.
El impacto europeo: una economía clave que se enfría
España, cuarta economía de la eurozona, ha sido en los últimos años uno de los motores del crecimiento europeo. Sin embargo, su ralentización coincide con un contexto continental de incertidumbre: Alemania continúa lidiando con una industria debilitada, Francia enfrenta tensiones fiscales y el sur de Europa se resiente por el encarecimiento del crédito.
Un frenazo prolongado en España podría reducir la demanda de importaciones, afectar la inversión extranjera y presionar aún más al Banco Central Europeo (BCE) para equilibrar su política monetaria entre el control de la inflación y la necesidad de reactivar la economía.
La gestión de Sánchez bajo la lupa
El gobierno de Pedro Sánchez enfrenta crecientes críticas por su manejo de la situación económica. Mientras defiende su política de gasto social y su estrategia de transición ecológica y digital, los indicadores sugieren una pérdida de tracción económica y un endurecimiento de las condiciones financieras que podrían derivar en un aumento del desempleo en 2026.
Los analistas advierten que, sin reformas estructurales que incentiven la productividad y reduzcan la dependencia del consumo interno, España podría convertirse en un nuevo foco de vulnerabilidad dentro de la Unión Europea, especialmente si se combinan el enfriamiento del PIB con una inflación persistente y un déficit público en aumento.
La moderación del crecimiento español no es solo un problema doméstico: su impacto podría sentirse en toda Europa. La desaceleración del consumo, la rigidez del mercado laboral y la falta de inversión privada dibujan un panorama incierto que desafía la estabilidad económica del continente.
Si la tendencia no se revierte en los próximos trimestres, el equilibrio económico europeo podría tambalear, con España pasando de ser un motor de recuperación a un nuevo factor de riesgo en la eurozona.
