Jóvenes, pymes y el miedo a la inteligencia artificial: El 50% de los jóvenes que trabajan en pymes temen perder su puesto por la IA

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La irrupción de la inteligencia artificial en el mercado laboral está modificando el presente del trabajo y, sobre todo, dibujando un futuro cargado de incertidumbre. Un reciente informe de la consultora Opentix revela un dato inquietante: la mitad de los jóvenes empleados en pymes teme perder su puesto por culpa de la IA. La cifra refleja mucho más que una preocupación económica; habla de un cambio profundo en el estado de ánimo y en la psicología de una generación que creció con la promesa de que la innovación tecnológica sería siempre sinónimo de progreso.

El dato se cruza con otra realidad contundente: el 41% de los trabajadores de pymes no ha recibido formación alguna en IA. Apenas un 26% de las empresas ha ofrecido capacitación a su plantilla, mientras que un 34% de los empleados jóvenes optó por formarse por su cuenta. El mensaje que reciben los trabajadores es ambiguo: se les exige adaptarse a un cambio vertiginoso, pero no se les brindan herramientas claras para enfrentar la transición.

La paradoja es evidente: mientras que en el plano corporativo global gigantes como SAP anuncian recortes de 8.000 empleos pese a aumentar sus beneficios un 167%, en el tejido pyme español la IA avanza con paso desigual. En Cataluña, por ejemplo, el 58% de los trabajadores ya utiliza IA con frecuencia, mientras que en comunidades como Galicia o la Comunidad Valenciana cerca de la mitad de los empleados aún no la incorpora a sus tareas.

El impacto psicológico en los jóvenes

El miedo a ser reemplazados por algoritmos no es solo una cuestión laboral, sino también emocional. Los jóvenes —los mismos que supuestamente son “nativos digitales”— son quienes se muestran más inseguros. El 51% de los menores de 30 años percibe la IA como una amenaza directa a su estabilidad laboral. A diferencia de los mayores de 50, que con frecuencia han consolidado su posición en la empresa y sienten menos presión por la innovación, los jóvenes enfrentan un doble desafío: probar su valía profesional y hacerlo en un mercado que cambia a un ritmo acelerado.

Este clima de ansiedad puede generar efectos psicológicos de largo plazo: sensación de precariedad constante, falta de motivación, desconfianza hacia el futuro y un debilitamiento de la salud mental. No se trata solo de miedo a perder un sueldo, sino del temor a que el propio proyecto de vida quede en entredicho. Cuando la tecnología se percibe como una amenaza más que como una oportunidad, se instala una narrativa de vulnerabilidad que erosiona la confianza personal y colectiva.

El dilema de las pymes

Las pequeñas y medianas empresas son, a la vez, víctimas y responsables de esta tensión. Representan la mayoría del tejido empresarial español y necesitan modernizarse para no quedar rezagadas. Pero, al mismo tiempo, muchas carecen de los recursos o de la visión estratégica para invertir en formación tecnológica. El resultado es una brecha doble: entre grandes corporaciones y pymes, y entre generaciones dentro de la misma empresa.

Si no se corrige esa brecha, las pymes corren el riesgo de perder no solo competitividad, sino también capital humano. La frustración y el temor pueden empujar a los jóvenes talentos hacia otros mercados, hacia el autoempleo o, simplemente, hacia la desmotivación crónica.

Una generación en encrucijada

La IA ya no es un fenómeno de futuro, es una realidad cotidiana: el 41% de los profesionales de pymes la usa habitualmente, aunque muchos lo hagan sin la preparación suficiente. El problema no es solo tecnológico, sino cultural y psicológico. La generación joven enfrenta una encrucijada: abrazar el cambio con formación y creatividad, o quedar atrapada en el miedo a la sustitución.

El desafío para las empresas, y especialmente para las pymes, es claro: invertir en capacitación y acompañar a sus empleados en el proceso de adaptación. Porque de lo contrario, la promesa de la inteligencia artificial como herramienta de progreso se convertirá en lo contrario: un factor de angustia que erosiona la confianza de los trabajadores y alimenta la precariedad emocional de toda una generación.

Llamado de urgencia

El mensaje es claro: si las pymes no apuestan por la formación en inteligencia artificial, condenarán a sus trabajadores jóvenes a vivir bajo la sombra de la incertidumbre y la angustia. No basta con celebrar la “revolución digital” en discursos de feria tecnológica; hace falta dotar de herramientas reales a quienes sostienen el día a día de las empresas.

Los jóvenes no pueden ser tratados como prescindibles ni como cobayas de un experimento tecnológico. Su ansiedad frente al futuro laboral es también un reflejo del fracaso de las políticas de capacitación y de la miopía empresarial. Ignorar esta dimensión psicológica sería un error que se pagará caro: una generación desmotivada, desconfiada y sin rumbo no construirá el futuro de la economía, sino que lo condenará a la parálisis.

El reloj ya está en marcha. La pregunta es si el empresariado y los responsables políticos tendrán el coraje de actuar ahora o si dejarán que la ola de la inteligencia artificial arrastre consigo no solo empleos, sino también la confianza y la salud mental de toda una generación.

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