El Consejo Profesional de Ciencias Económicas de CABA intimó a un emprendimiento que se presenta como “el primer contador IA del mundo”

Buenos Aires. — El Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad de Buenos Aires (CPCECABA) intimó a cesar sus actividades a una empresa que se promocionaba como “el primer contador AI del mundo” y que apuntaba al mercado de freelancers y profesionales independientes argentinos.
El proyecto en cuestión está vinculado a JRT Tax LLC, sociedad registrada en Delaware, Estados Unidos, que toma su nombre de las iniciales de sus fundadores: Joaquín, Ricardo y Tomás. Según pudo reconstruirse, algunos de ellos también fueron socios de Tumo, un servicio de asesoramiento contable local que cerró de manera abrupta meses atrás.
Una propuesta con IA y atención por WhatsApp
Bajo el nombre comercial Lannis, la plataforma aseguraba estar en funcionamiento en fase beta, con lista de espera de clientes. Entre sus funciones, ofrecía generación de facturas, liquidación de impuestos y atención vía WhatsApp mediante un sistema de inteligencia artificial, con la posibilidad de derivar consultas a un contador humano cuando fuera necesario.
En su comunicación inicial, los fundadores aseguraban:
- “Te entiende mejor que un contador, sobre todo porque sabe cómo funcionan las herramientas digitales que se usan hoy en día para cobrar y mover plata”.
- “Le llamamos el primer contador AI del mundo porque esta es la primera plataforma que te ofrece una solución que reemplaza por completo al contador pero haciéndote sentir que tenés uno de primerísimo nivel”.
La estrategia de marketing estaba dirigida a freelancers y contratistas que facturan para el exterior, un segmento en el que la informalidad fiscal es frecuente. El lema de la web era: “Lannis hace todo por vos para que pagues lo mínimo y estés en regla”.
La reacción del Consejo y de la profesión
Las afirmaciones generaron malestar en la matrícula contable y motivaron reclamos formales ante el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de CABA. Finalmente, el organismo intimó a la empresa a detener la prestación de servicios en la jurisdicción, al considerar que podría configurarse un ejercicio ilegal de la profesión.
En paralelo, la empresa modificó su sitio web: ya no aparecen menciones directas a “inteligencia artificial” ni a la idea de reemplazar al contador.
Uno de los fundadores, Joaquín Paño, respondió públicamente en redes sociales:
“Nuestra intención no es destruir la profesión del contador público. Más bien, todo lo contrario. Estamos desarrollando tecnología y herramientas más modernas para que los contadores del equipo, y también externos, puedan dar un servicio de excelencia”.
Debate abierto: ¿innovación o ejercicio ilegal?
El episodio abrió un debate más amplio en redes sociales sobre el rol de la tecnología en la profesión contable y el límite de las incumbencias profesionales. Mientras algunos contadores advierten riesgos de banalizar o precarizar un trabajo regulado, otros usuarios ven en este tipo de iniciativas un intento de modernizar un sector que perciben como burocrático y dependiente del aval estatal.
Un ejemplo de ello fue el comentario de un usuario en X (ex Twitter):
“Jajajaj cómo le duele al Estado perder el monopolio del conocimiento… realmente quieren que nadie pueda vivir en este mundo sin un papelito firmado por el Estado que diga que perdieron por lo menos 7 años de su vida repitiendo cosas como un loro que nunca van a usar”.
Por ahora, el futuro de Lannis en Argentina es incierto: entre la presión regulatoria y la polémica con la matrícula contable, la iniciativa deberá redefinir su comunicación y su modelo de negocio para sostenerse en el mercado.