Crisis silenciosa en las tecnológicas: caída de clientes, desplome bursátil y el olvido del factor humano

En los últimos meses, gigantes del sector tecnológico como Accenture, Tata Consultancy Services (TCS), Infosys y HCLTech enfrentan una tormenta perfecta: una pérdida masiva de clientes, el retroceso del valor de sus acciones y un deterioro interno en la cultura laboral.

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La retracción del gasto tecnológico por parte de las grandes empresas —especialmente en los mercados norteamericanos y europeos— está golpeando directamente las cuentas de estas consultoras. La incertidumbre macroeconómica, la automatización y la postergación de proyectos a gran escala han generado un efecto dominó: menos contratos, menos ingresos y más presión desde los mercados financieros.

Caída bursátil: una señal de alarma

Desde inicios de 2024, el valor de las acciones de estas compañías ha venido cayendo de forma constante. Accenture, por ejemplo, ha perdido una parte significativa de su capitalización bursátil, mientras que las acciones de TCS, Infosys y HCLTech también muestran un patrón descendente que preocupa a inversores y analistas.

Este retroceso lleva a una conclusión evidente: el mercado está perdiendo confianza en el modelo de negocios de estas empresas tal como hoy están concebidas. El tradicional outsourcing y los contratos de mantenimiento de grandes infraestructuras tecnológicas ya no son tan rentables ni tan demandados como en el pasado.

El foco en los accionistas, el olvido de los empleados

Frente al nerviosismo de los mercados, las compañías han virado su estrategia hacia una lógica puramente financiera: tranquilizar a los tenedores de acciones a través de recortes, congelamientos de contrataciones y decisiones de corto plazo. En ese camino, la cultura organizacional ha sido sacrificada.

En los pasillos —y ahora chats corporativos— ya no se habla de pertenencia, de equipo ni de propósito compartido. La motivación se ha desplomado, los liderazgos se muestran ausentes y los empleados viven con incertidumbre constante. Aquellas iniciativas que durante años fueron estandarte de estas empresas —programas de bienestar, equipos colaborativos, desarrollo profesional— han sido puestas en pausa o directamente eliminadas.

El rol ausente del liderazgo

En este contexto, los Chief Officers (CEO, CTO, CHRO, etc.) parecen haber perdido la brújula. Su enfoque ha pasado a ser reactivo en vez de estratégico. Ya no se trata de construir futuro, sino de «resistir el trimestre». Pero la falta de dirección clara, de comunicación honesta y de sensibilidad hacia el capital humano está generando una crisis de sentido puertas adentro.

El management ha dejado de gestionar el talento para empezar a administrar el miedo. Y eso, a mediano plazo, erosiona la capacidad de recuperación de cualquier organización, por sólida que sea.

¿Hay salida?

Sí, pero requiere un cambio profundo. No alcanza con ajustes cosméticos o campañas de comunicación interna. Se necesita una nueva narrativa: volver a poner a las personas en el centro, reconocer la incertidumbre, acompañar los procesos de transformación, y apostar por una cultura organizacional genuina, no solo decorativa.

También es tiempo de que los consejos directivos comprendan que el valor bursátil no es sostenible sin compromiso interno, que no hay productividad sin bienestar, y que la confianza —tanto de los empleados como de los clientes— es un activo que no cotiza en bolsa, pero lo sostiene todo.

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